Cine para leer
2025-04-21 3 min
Finalmente me he decidido a poner en marcha un proyecto que llevaba tiempo rondándome la cabeza: escribir críticas de cine.
Inicio este proyecto sin mayor pretensión que la de escribir sobre cine. Lo hago, simplemente, porque me apetece. Porque todavía conservo el lujo de decidir qué hacer con mi tiempo. Y porque creo que escribir y leer puede ser una forma de resistencia. Resistencia contra la abundancia audiovisual y la pobreza de atención.
Vivimos en un mundo donde la democratización del contenido audiovisual ha invadido nuestras vidas como una avalancha. A cualquier hora, en cualquier lugar, podemos conectarnos al teléfono y ver algo. Ante esta saturación, cobra más sentido leer. Leer como vía de escape. Para detener el tiempo.
Escribir, en este contexto, es casi un acto de rebeldía. Rebeldía contra la inmediatez. Contra la tiranía de lo audiovisual. Contra el consumo de masas. Contra la norma establecida, ya sea por la mayoría o por minorías. Contra la cancelación de lo diferente. En definitiva, escribir y leer para reclamar el derecho a la pausa, al juicio propio y al disfrute sin prisa.
¿Y qué mejor forma de ejercer este pequeño acto de insurrección que escribiendo sobre cine? El cine es algo más que entretenimiento. Es un lenguaje que todos entendemos. Un vehículo cultural que nos ha unido durante los últimos cien años. No en vano está considerado una herramienta de poder blando.
Pero, más allá de su utilidad política, el cine nos ofrece una ventana al mundo desde una multitud de perspectivas distintas. Tiene la capacidad de emocionarnos, de hacernos soñar como enanos, incluso de transformarnos. Solo requiere que le dediquemos un poquito de nuestro tiempo. Tiempo de calidad.
Prometo no hablar de actualidad. Voy a limitarme a filmes que ya tengan unos cuantos años. Me interesan las películas sin ruido de fondo. Las cosas deben dejarse reposar, verse con perspectiva para poder apreciarlas mejor. Para ver cómo ha pasado el tiempo. También como forma de viajar al pasado.
Puede que algún día me lance a escribir sobre otras cosas. Pero, por ahora, el cine me parece un punto de partida estupendo. Siempre da pie a hablar de muchos otros temas.
Además de la emoción de embarcarme en un nuevo proyecto, también me servirá como terapia para esta crisis de los cuarenta que me pilla viviendo en el extranjero. A excepción del seno familiar, no tengo muchas oportunidades de expresarme en mi lengua materna.
Pero, sobre todo —y esto es lo más importante—, voy a poder realizar un sueño que tengo desde que era un chaval: ser escritor.
Hasta la siguiente lectura.