De pelis de ahora y antes
2020-09-30 5 min
Ayer mismo terminé de volver a ver Makinivaja. El fin de semana fue Plácido. Hace no mucho mi mujer y yo vimos Abuelo made in Spain. Y con los niños nos los pasamos en grande viendo Las aventuras de Enrique y Ana (mención especial al momento del concierto de los punkitos). Y justo esta misma noche hemos visto Sé infiel y no mires con quién. ¿Qué tienen en común todas estas películas?
Para empezar, son todas de producción española. Tienen un porrón de años. La más reciente es de 1992. Sin gran presupuesto comparadas con los modelos actuales. Pero lo más interesente es que todas consiguen entretener y hacer pasar un buen rato. Y que las puedes encontrar en Flixolé.
Durante el periodo del primer confinamiento (siempre puede llegar un segundo) decidí abonarme a Flixolé. No recuerdo como di con el servicio en streaming pero que gozo haber dado con ello. El contenido de la plataforma es cuanto menos inmenso. Fundamentalmente cine y series españolas. Y aunque hay bastante contenido reciente, lo más interesante son las pelis antiguas.
Puedo jurar y perjurar que hoy día es la plataforma vod que más utilizo. Y es que estaba (y sigo) harto de la mayoría de series y películas actuales. No penséis que me he convertido en un cascarrabias. «Lo de antes era mejor». No, no es eso. Antes también había malas películas aunque en menor cantidad. Actualmente, la cantidad de bazofia audiovisual es agotadora. Solo tienes que ver Netflix. Reconozco que tiene cosas buenas e interesantes o cuanto menos entrenidas. Pero para poder llegar hasta ellas debes atravesar un lodazal de pelis y series infames. Títulos como Extremadamente cruel, malvado y perverso se lleva el primer premio en títulos de mierda. Esta vez no es culpa de los traductores. En inglés suena igual de horrible.
Y aunque Netflix no tiene la exclusiva en cuanto a contenido morralla, sí que es la que más atesora. No en vano cancelé mi subscripción.
Pero no solo las plataformas streaming proyectan bazofia a cascoporro. El cine no se queda corto. Por poner un ejemplo, las últimas películas de Star Wars. Las de Disney. Fuí al cine a ver la primera (en francés y 3D, todo mal). También intenté ver otra (Rogue one si no recuerdo mal) y no pude no tan siquiera terminarla. No voy a entrar en detalles sobre estas películas. Pero baste decir que mientras en la primera primerísima Star Wars (o La guerra de las galaxias), el héroe debía esforzarse mucho para poder aprender a ser un jedi y así poder acabar con su enemigo. Mientras, en la saga Disney, por ciencia infusa o de manera innata o qué cojones se, la tipa protagonista de repente se convierte en jedi. Así, sin más. Porque ella lo vale. ¡Venga hombre! Todo mal.
De todas formas, puedo aceptar que una peli sea mala mientras al menos consiga entretener. Y aquí viene lo peor. Es que ni tan siquiera cumplen con ese cometido. Las últimas de Star Wars son aburridas. Las pelis de superhéroes son aburridas. Las comedias no tienen gracia y son aburridas. En definitiva, el cine palomitero actual es aburrido.
Creo que el problema se encuentra más bien con el estilo en la que la mayoría películas están narradas. Da la impresión que todas siguen un patrón. En tal minuto una explosión, un poco más adelante el giro, un final del agrado del público. Los argumentos dejan en evidencia la falta de creatividad. En líneas generales, oscilan entre estar salvando al mundo de alguna catástrofe imposible, tipos y tipas en mallas (o sin ellas) dándose de mamporros gratuitamente, algún drama adolescente sin chicha ni llimoná o dibujos animados esquizoides.
No es que crea que antes se hiciera todo mejor. Las técnicas actuales son infinitamente mejores. Todo está más organizado. Hay más recursos. De hecho, las producciones de antes también se debían a su público. Tenían sus patrones y métodos. Por algo se llama industría del cine desde hace casi cien años. Pero en el fondo, uno tiene la sensación que la libertad creativa era algo mayor.
En muchas películas de antaño se percibe cierto saber hacer carente en la actualidad. Y es que una película como Las aventuras de Enrique y Ana es mala. Muy mala. Pero, se aprecia que detrás hay gente que sabe lo que está haciendo. El ritmo narrativo es bueno aunque en su factura técnica se note que está hecha con cuatro duros. Lo importante es que entrenga. Al fin y al cabo es lo que se espera de cualquier obra. Por tanto, se puede destacar la artesanía en el montaje como una cualidad fundamental para que una película funcione. Otra cosa es el material con el que se trabaje.
No dudo que ahora no hayan buenos profesionales. Todo lo contrario. Más bien que tienen las manos mucho más atadas que antes. Un control total de los productores que no saben del oficio.
Aunque también puede ser que mi percepción del cine actual no sea la misma que la de las chavalas y chavales de ahora y que los tiempos hayan cambiado. O que ya estoy mayor y empiezo a chochear. Probablemente estos jóvenes cuando sean mayores gruñan y se lamenten como yo lo hago ahora, añorando las películas de cuando eran jóvenes.